PASIÓN, MUERTE…

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            El camino de la Cuaresma que iniciamos el miércoles 26 de febrero ha llegado a su final. Queríamos llegar “a la montaña santa con el corazón contrito y humillado” para reencontrarnos con nuestro ser más profundo: somos imagen y semejanza de Dios Padre-Amor, que nos ha creado para -libremente- amar a nuestros hermanos y desear vivir en la eternidad con Él. Este monte santo es la cima del Calvario. Hemos llegado a él desde el desierto y sus tentaciones, pasando por la experiencia de la Gloria anticipada en el Tabor, y dejándonos encontrar por el mismo Jesús en nuestra sed de amor, en nuestra ceguera y en nuestra muerte existencial por el pecado. Ahora Jesús nos invita a subir con él al monte de “la Calavera”, al Gólgota. Iniciamos la Semana de Pasión, la semana grande. No es un recuerdo, un aniversario… es una invitación gozosa a hacer la experiencia del amor desbordante y misericordioso de Dios.

            Tiempo de Pasión, pero no tiempo de dolor y amargura. La pasión no siempre es algo negativo o rechazable; porque se ama con pasión, se apasiona uno con la música o el arte, en el deporte se siguen unos colores apasionadamente… Pero, ciertamente si la pasión viene como consecuencia del dolor, del sufrimiento o de la maldad humana, su connotación si es negativa. Cuando hablamos de “La Pasión”, hemos sustantivizado el término, de tal modo que nos referimos a los días, más concretamente las horas últimas de la vida terrena de Jesús. Es aquí donde el término “pasión” adquiere todos sus sentidos y todos sus matices, puesto que si bien se trata del arresto, los ultrajes, los golpes, la crucifixión y la muerte cruel de Jesucristo, no es menos cierto que estamos ante la mayor prueba de amor apasionado, de donación desinteresada y de entrega enamorada, que podamos pensar. Pasión-Amor y Pasión-Dolor se unen indisoluble y maravillosamente esta semana.

            Hoy, Domingo de Pasión, se nos introduce en el misterio de amor con la lectura pausada y teatral del texto evangélico de Mateo, desde la entrada triunfal en Jerusalén hasta el sellado del sepulcro. Cada día de esta semana se nos invitará a hacer nuestra la kénosis de Jesús -por amor- para también con él ser glorificados. Lunes Santo, pasión de amor en el perfume derramado por María de Betania en los pies del Maestro. Martes y Miércoles, anuncio de la traición de Judas y la negación de Pedro, llamada fuerte a la conversión e invitación a conocer nuestra realidad pecadora e infiel. El Jueves Santo es el inicio del fin: pan partido y vino de fiesta convertidos en Eucaristía; amor y dolor se dan la mano: es el Día del Amor Fraterno. El Viernes Santo es la cumbre: cuerpo roto y sangre derramada, muerte que da Vida. El Sábado Santo ejercitamos la esperanza, hasta despertar al alba del Domingo con el sepulcro vacío y nuestra vida repleta de eternidad. La Pascua de Jesús se hace Pascua personal, “paso de Dios” por mi vida.

            Y este año la viviremos de un modo totalmente diferente: desde nuestras casas, a través de los medios de comunicación y redes sociales,  pero más unidos que nunca a las personas que queremos y a aquellos que se encuentran en la angustia y el sufrimiento.

            ¡Dejémonos sorprender por esta semana!

             ¡Feliz y Santa Semana!

Luis Emilio Pascual Molina
Consiliario de la Cofradía de Jesús

 

Domingo de Pasión – Ciclo A
5-abril-2020