2022

Imagen del autor
Compartir

“Al inicio del año, os invito a todos a poner, con total confianza, todos vuestros proyectos e intenciones en las manos providentes de Dios, para que sea Él el que guíe vuestros pasos cada día y acreciente en nosotros la fe, la esperanza y la caridad. ¡Feliz Año Nuevo!”. Así se dirigió Papa Benedicto XVI al mundo de habla hispana, el día 1 de enero de 2010. Quiero que sean también mis primeras palabras este año 2022. En unos días en que todos terminamos cayendo en los mismos saludos y felicitaciones típicas y tópicas, considero que es imprescindible dejar a Dios ser Dios en nuestras vidas con la confianza de que se hará realidad lo que el mismo evangelio nos dice: “Buscad el reino de Dios y su justicia…”, porque Él nos dará todo lo demás, y ¡en abundancia!

Es cierto que al inicio de cualquier etapa hacemos buenos propósitos y deseamos que ocurra lo que creemos que nos conviene, tanto a nosotros como a aquellos a quienes queremos…, pero ni las supersticiones de fin de año, ni las mejores intenciones nos dan seguridad de que así será. ¡Y si no, solo hay que recordar cómo terminábamos hace solo un año el 2020, con el deseo de que la pandemia de este maldito COVID-19 hubiera finalizado! Y nos vino una fortísima ola pandémica a final de enero, la borrasca Filomena, el volcán de La Palma, y más y más olas… ¡Y ahí seguimos! Y hemos tenido que despedir a muchos familiares y amigos…

Pero más allá de los deseos y de la oración está también el trabajo del día a día, la colaboración con Dios creador, la ocupación -que no preocupación- en “las cosas de los hombres”, pues nos hizo “a su imagen y semejanza”, creados por amor y para amar, y necesarios colaboradores de su tarea en la tierra. No es momento de quejas, de miedos o temores, de lamentos por la situación económica, política, familiar o social. Ahora… ¡es momento de trabajar! La dedicación a nuestra familia, el abandono del egoísmo, la soberbia y la violencia, el respeto y cuidado de la naturaleza -nuestra casa común-, la defensa de los inocentes y los menso capacitados, el mundo del trabajo como realización personal y no como exclusiva fuente de beneficios…, son tareas para un año nuevo, ¡y para toda la vida! Sólo en esta ocupación seremos dignos hijos de Abbá-Dios, y experimentaremos el gozo de vivir.

Un niño nos ha nacido, Dios se ha hecho hombre y nos regalado el Amor… ¡se nos ha regalado!, y con ello nos ha dado la posibilidad de la Vida Eterna, ésa que el mundo no puede dar. En la ya próxima Solemnidad de la Epifanía regalémosle al Niño Dios nuestro corazón y nuestra vida, y tengamos un detalle -no necesariamente ha de ser económico-, como “regalo”, con aquellos que amamos y también con aquellos a los que nadie ama. Y demos gracias por la vida y por la tarea a la que somos convocados.

¡Qué mejor despedida para esta primera glosa de 2022 que la Bendición aaronítica con la que la Palabra de Dios nos felicita siempre al año, y que ayer escuchábamos: “¡El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz!” (Num 6, 24-26).

¡Feliz y Santo Año 2022!

Luis Emilio Pascual Molina
Capellán de la Cofradía de Jesús
Navidad II – Ciclo C
2-enero-2022