Hay una cita del evangelio en la que Jesús, contemplando a la muchedumbre que le seguía, “sintió compasión de ella, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor”, y sugiere a sus discípulos: “rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies”. La imagen del pastor, del rebaño y de las ovejas, es una imagen bíblica muy repetida. Imagen entrañable para los que, en el mundo rural, viven la escena cotidiana del pastoreo, y ¡cuánto sorprende esta imagen y sus consecuencias a los que nunca la han vivido! Porque el pastor conoce y defiende a sus ovejas -rostros en serie para un extraño, pero seres individuales para el pastor-, las llama por su nombre, sabe de sus defectos, de sus virtudes, busca para ellas los mejores pastos, mima a las recién nacidas, cura a las cojas o enfermas, vuelve sobre sus pasos si alguna se pierde… y la entra en el redil sobre sus hombros.
¡Qué imagen más sugerente e impactante la del Buen Pastor cargando con la oveja sobre sus hombros! (imagen iconográfica antiquísima): nos habla de “uno” que no duda en cargar con nosotros cuando nos extraviamos, de soportar nuestras miserias… y que, si fuera necesario, está dispuesto a dar la vida por sus ovejas, porque no es un asalariado; son suyas y las defiende. Propongo una tarea para hoy: meditar el Salmo 23 (22). Lo dijo claramente el Papa Francisco en su homilía de la Misa Crismal hace nueve años, cuando nos invitaba a los sacerdotes a salir de nosotros y no ser intermediarios ni gestores sino “pastores con olor a oveja, en medio del rebaño”.
Me hablaron de cierto Obispo que en las vacaciones subía con sus seminaristas a la sierra para contemplar el pastoreo y admirar a los pastores: “¿Veis -les decía- cuál es la relación pastor-ovejas? Buen Pastor se autotituló Jesús, y a ser pastores del rebaño sois llamados”. Ciertamente es una lección práctica que quizás la recuerden después mejor que las clases de Teología. No podemos olvidar que el trato de tú a tú, la cercanía, el contacto directo, la compasión -que no pena o lástima-, el gastar tiempo y compartir experiencias juntos, son la mejor “tarea pastoral” que se puede hacer.
Este cuarto domingo de Pascua se conoce como Domingo del Buen Pastor, y además se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. La Iglesia nos invita hoy a rezar por nuestros pastores, a ayudar a nuestros pastores -desde nuestro párroco hasta el Papa Francisco-. Y en nuestra Diócesis, de modo especial, por nuestro nuevo Obispo. La Iglesia, nos invita también hoy a orar por la Vocaciones, a pedir obreros para la mies, porque la vocación es una llamada que parte de Dios para una tarea muy concreta. Y la Iglesia nos invita hoy a vivir pastoreando en un mundo que se mueve temeroso, abatido, cansado, roto, “como ovejas sin pastor”, con el fin de seguir proclamando en él la Buena Noticia del amor de Dios.
Todos somos pastores, como todos somos ovejas del Buen Pastor. Esta es la llamada, la invitación, que Dios nos hace: que nos dejemos conducir por Él -porque nos ama y nos conoce- y que, una vez vivida esta experiencia, acompañemos, conduzcamos, a otros, tras el único Pastor, a prados verdes, a aguas frescas… al redil.
8-mayo-2022