PINTURA CONMEMORATIVA DE LA INDULGENCIA PLENARIA

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La Penitenciaria Apostólica en Roma, en nombre de Su Santidad el Papa Francisco, concedió el pasado 17 de enero de 2022 indulgencia plenaria a la devota imagen de la Virgen de los Dolores que desde 1755 alumbra la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

La significación espiritual de esta concesión ha deparado una profunda inquietud en el seno de la cofradía que ha decidido, para dar una mayor difusión a la misma, encargar al pintor Santiago Rodríguez López una representación de la venerada imagen acompañada de un texto conmemorativo de la efeméride.

La composición de la pieza, dentro de las líneas argumentales de las arquitecturas fingidas de la iglesia de Jesús, reproduce una impronta «a lo divino» del busto de la Dolorosa, concebida casi a modo de relieve dentro de un tondo. Es por ello que la fusión de las partes adquiere en su integridad casi el valor de un exvoto: una imagen votiva de la venerada representación de la Virgen en la que la huella escultórica del propio Salzillo se revela como tangible.

No creemos equivocarnos si se indica que la pieza supone la más bella concreción plástica de la escultura señera de la Cofradía de Jesús, plena de la identidad y el valor devocional de la semejanza, esto es, la inmediatez al icono de referencia. Además, el marco reverencia la figura fundamental del pintor milanés Pablo Sístori cuya huella, merced a la piadosa munificencia del bailío Avellaneda, resultó esencial en la configuración ornamental de todo el perímetro de la iglesia.

La pintura conmemorativa, que ha sido realizada al óleo sobre soporte de madera, previamente enlienzado, cuenta con una altura total de 80 cm. La superficie pictórica muestra una notable dependencia de la pintura italiana de los siglos XVII y XVIII. Distintos son los referentes que influyen en el tratamiento del retrato o la propia perspectiva en la que se inserta; así, mientras la figuración del rostro participa de una corriente más próxima a las pinturas romana y napolitana del setecientos, la concepción arquitectónica se propone desde una contención más clasicista, propia de la pintura ornamental de los focos ligur o milanés, ámbito formativo del propio Sístori o Pedemonte, también activo en la Murcia del siglo XVIII.