Hace dos semanas vivía una gozosa experiencia, repetida pero no por ello igual, siempre nueva, un maravilloso regalo de Dios: el Campamento de Verano con más de doscientos cincuenta niños y jóvenes, entre acampados y monitores, en la zona sur de la Sierra de Mariola, término municipal de Biar. Aun siendo interesante, lo de menos son los juegos o actividades realizadas; lo verdaderamente importante es poder ver a Dios en acción cada día, como ha sido desde 1975, cuando comenzábamos esta maravillosa experiencia en el paraje de la Fuente del Pinar en Yecla. Cada Campamento ha sido una continua acción de gracias, ha sido experimentar la Transfiguración, la transformación que opera Dios en cada hijo suyo cuando éste le deja paso en su corazón, cuando le deja entrar en su vida y se pone a su disposición, “a tiro”. Y tanto en los niños acampados como en los monitores, que entregan sus vacaciones y sus vidas por ellos.
Y cuando estas líneas vean la luz estaremos en el momento culminante de la Jornada Mundial de la Juventud, la JMJ-2023 de Lisboa. Tarde de sábado y mañana de domingo, Vigilia de oración y Misa de clausura, junto al Papa Francisco y a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo.
Tanto los acampados, como los participantes en la JMJ son jóvenes de hoy, con sus crisis de infancia y adolescencia, con multitud de complejos y problemas afectivos, con su energía vital y su rebeldía, con su desbordante imaginación y alegría… pero os puedo asegurar que he visto la acción de Dios en ellos. No son de otra pasta, pero sí son distintos, porque la experiencia continuada de Jesucristo en sus vidas les transformó y les sigue transformando. Caminan con crisis y tropiezos, madurando su ser Iglesia y su vivencia de fe. Saben, y quieren, que sea Jesucristo el amor de sus vidas, el tesoro escondido o la perla preciosa. Saben, y quieren, vivir en la entrega al otro, en el servicio al otro, porque han descubierto que ahí está la auténtica felicidad. Han experimentado que en la murmuración está la tristeza y en la bendición el gozo. Se les podía aplicar lo que leemos en la Carta a Diogneto: “Viven en el mundo pero no son del mundo… con su obrar iluminan a muchos…”. Estos jóvenes son diferentes.
No hay “lavado de coco”, no hay ley a cumplir, sólo es la consecuencia lógica de un “vivir en cristiano”. La oración de alabanza a Dios por el nuevo día, por la nueva oportunidad de bendecir y cantar sus maravillas, y la celebración de los sacramentos cada día, va originando y construyendo una “nueva vida”.
El Campamento y los días de Peregrinación en la JMJ son como un anticipo del cielo, como vivieron en el Tabor, Pedro, Santiago y Juan… a pesar de dormir en el suelo, comer de lo que “no me gusta” o bocadillo, de precariedad, de falta de comodidad y con poca o nula “cobertura”. Vivir como peregrinos es nuestra condición terrena, pero seguros del destino y convencidos de la marcha. Volverán a sus casas, a seguir sus vacaciones o sus quehaceres cotidianos, pero quieren ser testigos allí donde se encuentren. Pero hay muchos niños, adolescentes y jóvenes como ellos que, por desgracia esperan todavía una luz y encontrar un sentido en sus vidas.
¡Gracias jóvenes por vuestra respuesta! ¡Gracias, Señor, por tus caricias!
Luis Emilio Pascual Molina Capellán de la Cofradía de Jesús Transfiguración del Señor – Ciclo A 6-agosto-2023