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LA VIDA COMO SERVICIO

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El libro de Job, del cual hoy se proclama un breve texto, describe la realidad que envuelve al hombre sobre la tierra: su vida está colmada de ilusiones y dolores, de fatiga y nostalgia, de esperanza y brevedad. Pero la vida es un servicio, a pesar de la fatiga: “El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero”. Sin embargo, las situaciones externas, los miedos y las cobardías… nos incapacitan para la tarea. Entonces pensamos que no tiene sentido la vida, no estoy haciendo nada, mi existencia es inútil… Job es hoy actualidad. Los medios de comunicación anuncian constantemente desgracia y muerte, miseria y hambre, injusticias y dolor, violencia y odio. Job, consciente del trabajo, del cansancio, y de la brevedad de su vida, no se limita a quejarse de “su triste suerte”, sino que anhela encontrarse con Dios.

La respuesta de Dios al sufrimiento humano fue… Jesús de Nazaret.

El evangelio de hoy parece el resumen de una jornada-tipo en la vida de Jesús y sus discípulos: sale de la sinagoga, va a casa de Pedro, cura a la suegra, cura a muchos enfermos y endemoniados, ora de madrugada… y continúa predicando la Buena Noticia por los pueblos. La curación de la suegra de Pedro no es una anécdota aislada en la actividad de Jesús: “Se le pasó la fiebre y se puso a servirles”, menciona, como detalle insignificante el evangelista; sin embargo, es muy importante: Jesús “pasó haciendo el bien”, es decir, en el día a día de su recorrido por los pueblos de Palestina fue haciendo el gran milagro de transformar las fiebres en servicio ciudadano. La Buena Noticia del Evangelio tiene una pretensión: otorgar al hombre la gracia de transformar su egoísmo en universalismo y en don, cambiar nuestras fiebres egocéntricas y paralizadoras en servicio a la comunidad. Jesucristo vino para curar, liberar y salvar al hombre. Hoy, sigue presente entre nosotros y continúa haciendo el bien, curando dolencias, enjugando lágrimas, dando esperanza a un mundo enfermo que llora desesperado.

La mano salvadora de Jesucristo se multiplica hoy en la Iglesia en miles de manos que se extienden haciendo el bien, construyendo un mundo más justo y fraterno. Son el río de misioneros/as, los grupos de las Cáritas parroquiales, los catequistas, los visitadores de enfermos, los hombres y mujeres contemplativos/as que oran invocando la acción del Espíritu…, y otros muchos anónimos que pasan desapercibidos.

Y destacamos concretamente a todos esos equipos de Manos Unidas que andan en estos días trabajando en la sensibilización e invitándonos a la acción: “El efecto ser humano”, es el lema de la LXV Campaña; un lema sugestivo, impactante, que viene muy oportuno para llamarnos a la acción productiva y esperanzadora. Y esta misma semana concluye con otra oportunidad de sentirte cercano al sufrimiento, pues el domingo día 11 celebraremos la Jornada Mundial del Enfermo, al ser la festividad de Nuestra Señora de Lourdes.

Estás invitado a ser “uno de ellos”, de los que quieren vivir en el servicio… como “manos de Jesús”. Y recuerda: “El que no vive para servir no sirve para vivir”.

Luis Emilio Pascual Molina
Capellán de la Cofradía de Jesús
Domingo V del Tiempo Ordinario – Ciclo B
4-febrero-2024