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Iglesia de Jesús

La construcción de la Iglesia de Jesús se acometió sobre unos terrenos adquiridos por los cofrades de Jesús, colindantes con la nave de la epístola de la iglesia del convento de San Agustín, comenzando en 1679 y finalizando con su consagración en 1696.

La abundante documentación confirma que el recinto de la iglesia propiamente dicho se comenzó en 1679, saliendo a subasta la obra de la fachada, concurso que ganó Francisco de Hontiyuelos con un presupuesto de 7.750 reales de vellón.

El 30 de septiembre de 1696 se colocó la imagen de Nuestro Padre Jesús con grandes celebraciones. Consolidando el proyecto de los miembros de la cofradía de contar con una iglesia propia para la veneración de su Titular. Este hecho representaba una nueva situación jurídica frente a los Agustinos, con los que se comenzaría una larga sucesión de pleitos. Ni la intervención del mismo Belluga, ni los recursos judiciales aclararon la cuestión, hasta 1765 cuando se dio la sentencia definitiva a favor de la cofradía.

En el siglo XVIII se dieron importantes cambios impulsados por la situación que la cofradía iba adquiriendo, cambios encaminados a mejoras en la iglesia y en los pasos procesionales. En 1755 se crea la figura de los mayordomos, es entonces cuando D. Joaquín Riquelme y Togores encarga al escultor Francisco Salzillo la renovación de los «pasos» del Viernes Santo, y también –ya en 1792- se le encarga a Pablo Sístori la pintura mural del interior de la iglesia a base de arquitecturas fingidas tan del gusto de la época y que fueron costeadas por el mayordomo Fray Francisco González de Avellaneda, Bailío de Lora y Señor de Benavente. Se realiza la capilla mayor por el tallista Julián Hernández y se abren las tribunas de la girola.

El siglo XIX se dedicó a pequeñas mejoras y al mantenimiento del patrimonio adquirido. Los notables de la ciudad colaboraban efectivamente con la cofradía y de ello hay testimonios que el tiempo nos deja con apellidos como Sandoval y Mena, Ruiz de Assin , Marqueses de Corvera y Aledo, Conde de Roche, … a la par que se recibían contribuciones como las del erudito D. Javier Fuentes y Ponte o las de los escultores D. Francisco Sánchez Tapia y sus hijos, el imaginero Sánchez Araciel y Cecilia, su hermana quienes restauraron los desperfectos de las esculturas de Salzillo, hicieron nuevas andas, etc.

De esta misma época data la ampliación de capillas y la construcción de la cripta funeraria. Personas como don Isidoro de la Cierva y don Emilio Díez de Revenga, y gracias al valor que los miembros de la Cofradía le dieron siempre a su patrimonio hizo que se sentaran las bases para el futuro y actual Museo Salzillo, siendo la iglesia de Jesús el principal recinto y eje del museo.

También en el XIX se acometieron las primeras restauración de las pinturas de Sístori, en 1866 por el pintor D. Carlos Marín y en 1894 por D. Mariano Ramón.

En el siglo XX y en nuestros días, los miembros de la cofradía siguen preocupándose por engrandecer más, si cabe, este templo, restaurando su patrimonio y adquiriendo otros enseres como una mesa de altar, un ambón, alfombras, colgaduras, etc. y de esta forma seguir siendo la un referente artístico y monumental sin parangón dentro de nuestra región, y uno de los lugares de culto más emblemáticos de la fe en la capital murciana.

ANTECEDENTES DE LA IGLESIA

Los antecedentes de la Iglesia de Jesús tienen una cronología poco precisa aunque gracias a los escritos de Díaz Cassou se sabe que sobre el mismo solar se levantó una ermita dedicada a San Sebastián para agradecerle la intercesión en una gran epidemia de peste bubónica que asoló la ciudad de Murcia.

Los padres agustinos parece que fueron los encargados de mantener la ermita, al igual que la de la Arrixaca, desde el siglo XVI hasta que el 7 de marzo de 1646 los señores de Murcia se la otorgaron formalmente a la mencionada orden, cuidando desde entonces los frailes de las lámparas de la ermita.

De forma coetánea se había fundado la Hermandad de Nuestro Padre Jesús cuyas constituciones datan del 1600, con fecha del 3 de septiembre, y se edificó una capilla dedicada a la advocación de las Once Mil Vírgenes desde la que, según Fuentes y Ponte, se sacó la procesión del Viernes Santo tres años más tarde.

Es durante el siglo XVII cuando surgen enconadas disputas entre los agustinos y la cofradía, acudiendo incluso a que fuera el propio concejo quien dirimiera justicia y fue éste quien se decantó ordenando la demolición de la ermita de San Sebastián, en claro deterioro, para construir la de Jesús (según escritura del 2 de marzo del 1676).