El Viernes Santo de 2019

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El Jueves Santo el temor era generalizado, la lluvia que esperaban el campo y la huerta iba a llegar. En mal día llegó, como ocurriera en 1761, 1865, 1887, 1890, 1909, 1927, 1933, 1946, 1969, 1970, 1996, 2002 y 2004 la deseada agua vino a caer sobre la capital en Viernes Santo.

Estuvo toda la noche lloviendo, y sin esperanzas de que cesara, los cofrades fueron llegando a la iglesia de Jesús, túnicas mojadas, paraguas abiertos y rostros de tristeza y desconsuelo.

A las 7,15 h. el señor Presidente convocó en la sacristía a todos los mayordomos presentes, con la propuesta corta y contundente de suspender la procesión. Unanimidad absoluta, los Salzillos y Nuestro Padre Jesús se quedaban en casa.

A las 8,00 h. (6,00 h. solar), tras una oración y unas palabras de consuelo a todos los estantes reunidos en la iglesia, mandó abrir la puerta. El Pendón Mayor de la Cofradía salió a la calle y tras permanecer un instante bajo la lluvia y acompañado por los toques de “la burla” volvió al interior del templo. Después, emoción al levantar sus estantes cada paso, una plegaria por nuestro consiliario y una despedida hasta el año que viene.

“Mejor así”, oí decir. “Que llueva de buena mañana, que no que nos caiga el diluvio en medio del recorrido como en 2007”.

Tras unos minutos de organización, a las 9,00 h., se abrieron las puertas, y una fila interminable de murcianos y forasteros desfilaron durante toda la mañana ante los pasos de Salzillo. Fue todo un homenaje de afecto y admiración a nuestro insigne escultor y una gran satisfacción para nuestra Cofradía recibir a tantos ciudadanos que esperaban bajo la lluvia el momento de admirar su obra. Sobre las 12 h., la Infanta Elena llegó a Murcia y cursó visita a cada uno de los grupos escultóricos, mostrando su admiración y firmando en nuestro libro de honor como ya lo hicieran su bisabuelo, padre y hermanos.

Este día no salió el sol de Murcia ni bañó el rostro de la Dolorosa, pero volvió “La Mañana de Salzillo” con los cantos de los Auroros, con el perfume del azahar, con los dulces caramelos y el frescor de las habas, con los toques de “burla” que cubrían nuestros lamentos y con la tradición renovada de nuestros ancestros, un año más.

Guillermo Martínez Torres.

Mayordomo de Jesús.